La playa... La arena, la orilla, el mar, las algas, las olas, la brisa, el sol.
Elevan mi alma a los más prominente.
Hacen oscilar el alba dentro de mis venas,
dentro de mi ser.
Estar en contacto con la naturaleza. Cual concúbito agitante.
¡Contacto extremo! ¡Excitación deleitable!
¡Naturaleza en su plenitud!
Sosiego inmortal con ella.
El aroma. La brisa cayendo sobre mi complexión.
Pensamientos imperecederos, nebulosos, dilatados.
Mi vasta inspiración.
Mi inspiración del alma se fundamenta en lo intangible de lo perpetuo.
Nuevamente todo...
La arena, la orilla, el mar, las algas, las olas, la brisa, el sol...
La profundidad.
Percibo lo descollante, lo lóbrego, lo supremo...
Vestusto para toda entidad ahí,
naciente para mí.
La transmutación entre la vida y lo perenne.
El movimiento de lo más eterno de las ondas.
Onda tras onda va depositando en mí el sentimiento de libertad.
¡Vida!
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